♥️ Una relación sana con las redes sociales sí es posible

desarrollo personal

agosto, de, 2024

Hace poco más de dos meses, tomé la decisión de cerrar sesión en Instagram en todos mis dispositivos. No fue un acto impulsivo, sino una necesidad que sentía de desconectarme, de recuperar el control sobre mi tiempo y mi atención. Me di cuenta de que me había vuelto dependiente de la plataforma, pasando horas scrolleando sin rumbo fijo, viendo reels y stories de personas que, en muchos casos, ni siquiera conozco.

Había caído en una rutina de consumir contenido vacío, sintiendo una presión constante de mostrar una versión de mí misma que no se alineaba con cómo realmente me sentía. Ya había intentado alejarme de Instagram en el pasado, tomándome descansos de un mes aquí y allá. Sin embargo, siempre volvía, y rápidamente me encontraba atrapada en el mismo ciclo.

Esta vez fue diferente. Tal vez es porque me siento más en paz conmigo misma, con un mayor autoconocimiento que he adquirido a lo largo de estos años de trabajo personal. Al principio, fue difícil. Me encontraba a menudo entrando en la aplicación de manera automática, como si necesitara ver lo que otros estaban haciendo. Pero con el tiempo, ese impulso se fue desvaneciendo, y en su lugar, sentí una liberación inmensa.

Empecé a llenar esos momentos de ocio con actividades que realmente me enriquecían. Instalé una app de noticias y comencé a leer sobre temas de interés, algo que antes no solía hacer. Además, noté con mayor claridad lo que ocurría a mi alrededor. Fue triste ver cómo todos, incluida yo misma, nos habíamos convertido en prisioneros de nuestros teléfonos, utilizando una herramienta tan poderosa para consumir contenido vacío.

Mi pareja también decidió cerrar su cuenta de Instagram conmigo, lo cual fue un gran apoyo y me motivó aún más a hacer este cambio.

Finalmente, decidí volver a abrir mi cuenta después de un día particularmente feliz que pasé con una amiga en la playa. Quise compartir una foto que, aunque no era perfecta, reflejaba cómo me sentía en ese momento: plena y feliz. A diferencia de otras veces, no sentí la necesidad de llenar mis stories con todo lo que había hecho en mi ausencia de Instagram. Me di cuenta de que a la mayoría de la gente realmente no le importa lo que publicas o dejas de publicar. Los likes son automáticos, los comentarios suelen carecer de profundidad, y todo se siente irreal.

Han pasado ya dos meses desde que cerré mi cuenta por primera vez, y he notado un cambio significativo en mi actitud hacia las redes sociales. Ahora, cuando comparto algo, lo hago con un propósito: transmitir un momento de felicidad o una experiencia que realmente signifique algo para mí, sin preocuparme por la interacción que pueda generar.

Este proceso me ha permitido ver las redes sociales de manera diferente. Subiré fotos, sí, pero serán momentos auténticos, que reflejen lo que realmente siento. Ya no encuentro sentido en las stories ni en compartir contenido vacío. Me siento feliz y en paz con esta nueva relación que he establecido con Instagram.

Si estás en una situación similar, donde sientes que las redes sociales han comenzado a tener un impacto negativo en tu vida, espero que este post te sirva de inspiración para tomar el control y mejorar esa relación. No deja de ser una relación, y es importante que no se convierta en una relación tóxica.